martes, 11 de noviembre de 2008

AVIONAZO.GOB.MX

Alguien a quien tengo en muy alta estima, me ha comentado que debería ser menos “bilioso” en estos escritos, y en general, en mis comentarios. Sin embargo, y a pesar de esta observación que he tomado mucho en cuenta, el acontecer de la vida, la así llamada realidad, nos abruma y mucho de lo que sucede puede llegar a rebasar nuestro sentido común no dando motivo más que a la preocupación. De tal forma que aunque quisiéramos ser más positivos o menos pesimistas, la interpretación de esta realidad no puede ser menos ácida o agrurienta; por desgracia no nos da más que para eso, que más fuera nuestra ambición. La mayoría de las veces la contradicción entre lo que se desea y lo que obtenemos es insalvable e inevitable.
Al inicio del episodio sobre Un caso de identidad, Sherlock Holmes comenta al Dr. Watson: “La vida es infinitamente más extraña que cualquier cosa que pueda inventar la mente humana. No nos atreveríamos a imaginar ciertas cosas que en realidad son de lo más corriente. Si pudiéramos salir volando por esa ventana, tomados de la mano, sobrevolar esta gran ciudad, levantar con cuidado los tejados y espiar todas las cosas raras que pasan, las extrañas coincidencias, las intrigas, los engaños, los prodigiosos encadenamientos de circunstancias que se extienden de generación en generación y acaban conduciendo a los resultados más extravagantes, nos parecería que las historias de ficción, con sus convencionalismos y sus conclusiones sabidas de antemano, son algo trasnochado e insípido”.
Lo ocurrido la tarde-noche del pasado martes 4 de los corrientes con el avión del gobierno federal y la muerte del secretario de gobernación, es parte de esos entramados de la política oficial (que por sí mismo, no estoy de acuerdo con el nombre que se le ha dado al tipo de actividad que desarrollan los gobernantes tales como “la política” y “los políticos”) que se prestan a un sinnúmero de interpretaciones y de especulaciones, que más allá de pensar en los motivos o las causas (aquí nuestra imaginación puede volar lo que nos plazca), es más factible pensar acerca de las consecuencias. Sobre las posibles causas que provocaron el accidente (¿?), cabe la gran probabilidad de que éstas puedan rebasar toda lógica de nuestras más sanas operaciones de juicio y raciocinio; ya lo dice el refrán popular: “Piensa mal y acertarás”.
De entrada, y sin minimizar el hecho del fallecimiento del alto funcionario y sus acompañantes, los voceros oficiales y los medios de comunicación, desde el primer momento no hicieron mención sobre el significado de las otras vidas, de la gente común y corriente, víctimas también de la catástrofe, que además no tenían ni la más mínima vela en ese entierro (por desgracia, ahora sí la tendrán). Esto nos habla acerca del execrable estado de indefensión en el que nos encontramos los ciudadanos de “a pie”. Lo decía el profesor Margarito Felipe en uno de sus comunicados: “¡…a nosotros ¿quién nos echa una cobijita?!” (Voz de la Unidad Octubre 2008).
También y en términos de asumir consecuencias, parece que este puede ser un muy buen pretexto para reforzar y alentar el ya tan consabido sospechosismo en el que nos han involucrado. En nombre de la seguridad, de la lucha contra el crimen organizado y el terrorismo –y de paso la carga moral por aquello de consumir piratería, empobreciendo así a las grandes compañías tiburones), cada uno de nosotros puede llegar a ser un potencial malhechor, enemigo de las buenas costumbres y maneras de mesa de las Instituciones legalmente establecidas, la democracia y el tan mentado Estado de derecho. Esperemos por lo que viene todavía, para no adelantar juicios. Suponemos que todo esto del avionazo tendrá que ser aclarado por quien lo tiene que aclarar. Le pido una disculpa por la bilis a mi mencionado y estimado interlocutor. Quiero sospechar que la realidad nos debe dar aún tema para otro tipo de comentarios. Gracias a Arthur Conan Doyle por la idea, que muy bien vino al caso.
Norik Historia

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